martes, 27 de enero de 2009

LINCE










El lince ibérico (Lynx pardinus) es un felino de aspecto grácil, con patas largas y una cola corta con una borla negra en el extremo que suele mantener erguida batiéndola en momentos de peligro o excitación. Sus características orejas puntiagudas están terminadas en un pincel de pelos negros rígidos cuya finalidad posiblemente sea la de descomponer la redonda silueta de su cabeza, favoreciendo de este modo su camuflaje. También son características las patillas que cuelgan de sus mejillas y que aumentan progresivamente de tamaño con la edad. Los jóvenes de pocas semanas carecen de patillas y casi de pinceles y en los individuos de un año ya aparecen las patillas, aunque cortas, que apenas cuelgan por debajo de la barbilla. Los machos tienen las patillas y los pinceles negros más largos que las hembras. Su coloración varía de pardo a grisáceo con los flancos moteados de negro.
Existen tres patrones de pelaje:
Mota fina: con numerosas manchas de pequeño tamaño y repartidas uniformemente y de manera densa, que tienden a concentrarse en los flancos laterales.
Mota gruesa A: las manchas son de mayor tamaño y tienen cierta tendencia a disponerse en líneas, apareciendo dos o más parejas de motas de mayor tamaño a nivel de los hombros.
Mota gruesa B: las motas son del mismo tamaño que en la mota gruesa A, pero no se aprecia ninguna ordenación específica ni las manchas de los hombros.
El lince ibérico parece una versión más pequeña del lince eurasiático (Lynx lynx), estando solamente sobre la mitad de su talla —los machos adultos pesan un promedio de 12,8 kg y las hembras sobre 9,3 kg, llegando a pesar los machos hasta 20 kg— Ambos son distintas especies, simpátricas en Europa central durante el pleistoceno. La época de la separación se estima que ocurrió mucho antes que la separación de los linces eurasiáticos y el lince canadiense. Se considera que los linces eurasiáticos e ibéricos se desarrollaron del primer lince identificable, Lynx issiodorensis: el ibérico en Europa y el lince eurasiático (que más tarde dio lugar al lince de Canadá) en China. Aunque los rangos del eurasiático y del lince ibérico nunca se solaparon mucho, y han llegado a estar esencialmente separados en épocas recientes, los dos linces pudieron coexistir hasta finales del siglo XIX en los Pirineos y quizá en la costa norte de España.






El lince ibérico se encuentra en el bosque y matorral mediterráneo, en zonas muy restringidas de España y Portugal, bien conservadas, y aisladas de la actividad humana, aunque en Portugal parece que se ha extinguido. Este tipo de hábitat le proporciona refugio y pastos abiertos para cazar conejos, que supone el 90 % de su dieta.
El tamaño del territorio está condicionado por la abundancia de presas potenciales, pero como media ocupa unos 10 km². En zonas ricas en alimento, el territorio del lince será algo menor que en zonas pobres. Dentro de este territorio suelen existir distintas residencias vitales para el lince, como las zonas de monte bajo para el descanso y las zonas de campeo, donde el lince estará en activo, y que coinciden con las de máxima densidad de conejos.
Las preferencias examinadas del hábitat del lince en el área de Doñana, incluyendo el parque y los alrededores, revelan que el lince está generalmente ausente en las tierras de cultivo y en plantaciones de árboles exóticos (eucalipto y ciertos pinos), donde son también escasos los conejos. En el parque, la radiotelemetría muestra que más del 90% de los puntos de reposo del día usados por el lince se localizan dentro del matorral denso. El lince se encuentra principalmente entre los 400 y 900 cm de altura, pero este intervalo puede extenderse hasta los 1600 cm.

Distribución
En el año 2006 los únicos núcleos con presencia de reproducción segura de la especie se limitaban a Sierra Morena, en concreto el Parque Natural de la Sierra de Andújar (que es la principal población de lince ibérico que hay en el mundo), los parques naturales de Cardeña y Montoro, y el Parque nacional de Doñana y su entorno. Podría haber poblaciones muy reducidas en otras comarcas, con datos de presencia reciente en el Suroeste de Madrid y en Montes de Toledo, donde se han localizado al menos 15 ejemplares distintos mediante fototrampeo:[1] tres hembras adultas, dos machos adultos, cuatro subadultos --dos machos y dos hembras--, y seis cachorros .




Población

Las poblaciones existentes a finales del siglo XX probablemente se encuentran desaparecidas (Sierra de San Pedro, Villuercas y Sierra de Gata en Extremadura, Sierra Morena Central y Occidental y algunos puntos de las Sierras Béticas de Jaén y Granada. En conjunto, las poblaciones de Sierra Morena Oriental y Doñana sumaban menos de 200 ejemplares en 2005. Sin embargo, parece que la tendencia se invierte muy ligeramente, y en el año 2007 se estima la población en los 2 principales núcleos citado anteriormente (únicos dónde hasta ese momento se había confirmado su presencia estable y la reproducción) de entre 215 y 250 ejemplares (50-53 en Doñana [3] y el resto en Sierra Morena).[4] A los que habría que sumar los 15 ejemplares localizados recientemente en Castilla la Mancha.

Reproducción
La época del celo comienza entre enero y febrero, adelantándose en las regiones meridionales desde finales del mes de diciembre hasta mediados del mes de febrero. El lince, a pesar de ser un animal de hábitos solitarios, en esta época del año suele permanecer con su pareja. Las madrigueras se hacen en lugares bien protegidos y escondidos como roquedos, árboles huecos, ... La gestación dura de 65 a 72 días, de lo que se deduce que la época del nacimiento se sitúa entre los meses de marzo y abril. Las camadas suelen constar de una a cuatro crías, siendo lo más habitual dos cachorros. A las cuatro semanas la madre lince cambia de madriguera, y a los dos meses los cachorros son capaces de acompañar a su madre en las cacerías. Éstos son independientes en 7 ó 12 meses (más o menos cuando la hembra entra de nuevo en celo) y permanecen en su territorio natal hasta los 20 meses. Suelen sobrevivir a la independencia entre uno y dos linces por hembra.
Las hembras pueden criar en su primer invierno, pero la época de la primera reproducción depende de factores demográficos y ambientales. En una población de alta densidad, como la de Doñana, la edad en la primera reproducción depende de cuando una hembra adquiere un territorio. Esto ocurre normalmente debido a la muerte o a la expulsión de un residente. Es posible que una hembra no se reproduzca hasta transcurridos cinco años de edad, y solamente cuando su madre muera y adquiera un territorio se reproducirá (lo que no favorece la repoblación del lince). Suelen vivir unos 13 años, siendo fecundos hasta los 10 años.







El lince ibérico es el único carnívoro considerado como especialista en conejos. Esta especie le aporta del 80 al 90% de su alimentación. También consume anátidas, ungulados, perdices, pequeños mamíferos y otras aves. La aparición de estas presas en su dieta depende de la época del año, de la disponibilidad de presas y de la zona. Por el peso, el 93% de la presa del lince ibérico durante la estación del verano esta compuesto por conejos, que sufren en determinada época la mixomatosis. La proporción de conejos en la dieta disminuye levemente en los meses del invierno, cuando el número de conejos están en un punto bajo anual. En este tiempo, cazan cervatillos y muflones juveniles. En las marismas del Coto de Doñana, a lo largo de la costa sudoccidental española, los patos son un recurso alimenticio estacional importante desde marzo a mayo, durante la época de cría. Las necesidades energéticas del lince ibérico se ha estimado que equivalen a aproximadamente un conejo por día.


Costumbres

En la mayoría de los casos, el lince ibérico vive de manera solitaria y nómada, mostrándose más sociable en la época de celo. Es un ágil cazador. Se aproxima sigilosamente a la pieza y salta sobre ella con rapidez. Menos frecuentemente espera oculto a que pase cerca una pieza. Cuando las temperaturas máximas aumentan, los linces pasan más tiempo descansando, al contrario que cuando hay precipitaciones. Los linces juveniles son básicamente crepusculares y diurnos, con un aumento de su actividad nocturna después de su primer año de vida. Durante el invierno, los linces pueden tener actividad durante las 24 horas del día, contrastando con sus hábitos casi estrictamente nocturnos en verano.
Un estudio de radiotelemetría en el parque nacional del Coto de Doñana mostró linces principalmente nocturnos, con la actividad concentrada en el crepúsculo, y cuando los animales se movían de sus lugares de reposo diurnos hacia los de caza nocturna. El recorrido diario realizado fue como promedio de siete kilómetros, con los machos viajando generalmente más lejos que hembras.
El lince ibérico se ha restringido históricamente a la península Ibérica, donde era abundante y a Francia meridional. En el pleistoceno la península fue evidentemente un refugio para el conejo, y hoy la raza que ocupa esta área es solamente la mitad de la talla de sus congéneres de centroeuropa. La Península Ibérica es la única parte de la región paleártica que posee una relativamente alta densidad de lagomorfos (conejos), similar a la encontrada en Norteamérica, donde hay espacio para dos especies de linces cazadores de lagomorfos: el bobcat o lince rojo (Lynx rufus) y el lince canadiense (Lynx canadensis).
El lince ibérico se declaró especie protegida en 1966 y es la única especie de felino alineado en la categoría 1 de la lista roja de la IUCN. El efectivo total del lince ibérico, incluyendo subadultos pero no las crías, no excedía probablemente de 1,200 a principios de los años 1990, con solamente cerca de 350 hembras reproductoras. La población se ha visto reducida en los últimos 10 años en más de un 50%. De las 31 zonas en las que habitaba el lince en 1960, solamente quedan linces en 8. La evolución de la distribución de la especie ha sido claramente regresiva. Sólo en puntos muy concretos parece que la especie se ha mantenido en buen estado.
El lince ha ido perdiendo territorio debido generalmente a las infraestructuras humanas, y por tanto las poblaciones se han ido separando paulatinamente unas de otras hasta llegar a estar totalmente incomunicadas, fragmentadas y aisladas por barreras de distintos tipos que impiden el intercambio genético entre poblaciones. Éste es un ejemplo más claro de fragmentación de área y uno de los problemas actuales más importantes para la conservación de la especie.
Además de la incomunicación de las poblaciones, se enfrenta a otros problemas, como los siguientes:
El descenso de las poblaciones de conejo por enfermedades como la mixomatosis o la neumonía hemorragicovírica.
La pérdida de su hábitat, típicamente de zonas de cobertura vegetal densa y baja densidad humana, a la que han afectado también las repoblaciones con especies de crecimiento rápido (pino y eucalipto) que son incompatibles por razones de alopatía con el desarrollo del de matorral, así como la ganadería intensiva, con la consiguiente sobreexplotación del estrato herbáceo, que limita a su vez las poblaciones de conejos.
La caza indirecta y los métodos no selectivos de caza, como los cepos y lazos.
Solamente de la población del sur de España, que consiste en tres subpoblaciones, se cree que es viable, estando compuesta por unos cientos de linces. Los efectivos de las subpoblaciones restantes se reparten en pequeños núcleos, difícilmente viables, de unas decenas de individuos.

lunes, 26 de enero de 2009

ÁGUILA


De este no tengo mucha información pero dejo algo.


El águila es el nombre genérico en singular dado a las mayores aves depredadoras, en plural hablando de éstas se dice las águilas.Las diversas especies y subespecies de águilas pueden ser encontradas en casi cualquier parte del planeta excepto en la Antártida. Son miembros de las aves de presa, del orden de los Accipitriformes (o Falconiformes, acorde a una clasificación alternativa), familia Accipitridae, subfamilia Buteoninae. Pertenecen a varios géneros, los cuales están sujetos a una reclasifición más adecuada puesto que los expertos no llegan a una opinión consensuada. Las águilas se caracterizan principalmente por su gran tamaño, constitución robusta y cabeza y pico pesados.
Como todas las aves de presa, las águilas poseen un pico grande, poderoso y puntiagudo para desprender la carne de su presa. Cuentan también con tarsos y garras poderosos, llama también la atención la fuerza de las águilas, fuerza que les posibilita alzar en vuelo a presas bastante más pesadas que ellas. Además poseen una vista extremadamente aguda que les permite visualizar potenciales presas a distancia, por ejemplo el águila real posee dos puntos focales en sus ojos, uno para mirar de frente y otro para localizar la mirada hacia los costados escudriñando a la distancia.
Las águilas ha sido utilizadas por muchos pueblos como símbolo nacional y especialmente símbolo imperial, mostrando tanto poderío como belleza. Del Imperio Romano es que, en general, otros estados han tomado la forma más usual del emblema con un águila; el Imperio Bizantino aportó el símbolo del águila bicéfala.
El águila era sinónimo de poder para muchos pueblos antiguos como los Mochica del antiguo Perú, mayas, aztecas y egipcios. Amón-Ra, la más grande deidad de los antiguos egipcios, era representado como un hombre con cabeza de águila.